Romanos 1:8-15

Parte 3 de la serie de Romanos. (Haz clic aquí para ver toda la serie.)

Endeudado

¿Cuál es el mejor regalo que de cumpleaños que has recibido?

He recibido unos regalos increíbles. Algunos de un valor monetario alto, y otros con un valor sentimental alto.

A veces he recibido detalles muy sencillos, pero inesperados. Quizás es de una persona que no consideraba tan cercano, o alguien de quien no esperaba nada.

Cuando eso sucede, muchas veces llega el deseo a mi corazón de regalarles algo de vuelta.

Creo que viene de un corazón agradecido. No estoy pensando en como merecer el regalo, sino como agradecerle por el regalo.

Estoy en deuda con todos, sean cultos o incultos, instruidos o ignorantes. De allí mi gran anhelo de predicarles el evangelio también a ustedes que están en Roma.

Romanos 1:14-15

Pablo se sentía endeudado a Jesús. Por eso le sirvió con tantas ganas. No esperaba devolverle el gran regalo de la salvación, pero estaba tan agradecido que dedicó su vida a obedecerle.

Antes conocido como Saulo, Pablo perseguía a los cristianos. Tenía un celo para las cosas de Dios, pero lo hacía de una manera completamente torcida.

Cuando tuvo su encuentro con Jesús en el camino a Damasco, todo cambió. (Lee Hechos 9:1-30 por más información de su encuentro.) Ahora quien perseguía cristianos se convirtió en predicador.

Y su encuentro provocó en Pablo un agradecimiento real y profundo:

Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo.

Filipenses 3:7-8

Pablo entendió quien había sido y que había hecho. Y al ver sus errores y su necesidad, ¡se refugió en el gran amor de Dios! En el perdón y los brazos del Señor encontró todo lo que anhelaba y buscaba. Y ahora se siente obligado a compartir este mensaje.

Una Obligación Sana

Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.

Hechos 4:20

No es impulsado por culpa o por sentimientos, ni por apariencias y religiosidad. El creyente que ha tenido un encuentro con Jesús vive con una pasión en su corazón de compartir las buenas nuevas con otras personas.

Ahora Pablo es impulsado por una fuerte convicción. Pablo no fue a un encuentro espiritual y regresó con una pasión que solamente duraba un corto tiempo. Algo fundamental había cambiado en él, y jamás iba a ser lo mismo.

Por eso Pablo arriesga todo, vez tras vez. Por eso estaba dispuesto morir por el evangelio. Porque encontró lo que siempre anhelaba.

Lo que por sus acciones jamás alcanzaba, ahora lo tenía por la gracia de Jesús. ¡Esas son buenas nuevas, es el Evangelio! Lo que nosotros no pudimos hacer, Jesús hizo gratuitamente por nosotros.

Ahora todo lo que Pablo hace es teñido por el sacrificio de Jesús. Es imposible separar lo que Jesús hizo de las acciones de Pablo. La obediencia de Pablo es “manchada” por Jesús ahora.

Y es lo mismo para ti y para mí el día de hoy.

Claro que fallamos, y allí se distingue claramente entre lo bueno de Jesús y nuestras fallas, pero sigue ese impulso del evangelio entre nosotros. Como Pablo, hemos sido “manchados” por el sacrificio de Jesús, y no hay nada que podemos hacer para quitar el efecto que su amor ha tenido en nosotros.

Somos “teñidos” por el Evangelio, y ahora vivimos con una obligación sana de compartir el mismo Evangelio con otros.

Pregunta: En nuestra vida diaria, ¿hacemos caso a esta obligación que Jesús ha puesto en nosotros? ¿O la hemos intentado apagar o ignorar?

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