Romanos 9:30-11:10
Parte 19 de la serie de Romanos.
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Puedo declarar en favor de ellos que muestran celo por Dios, pero su celo no se basa en el conocimiento. No conociendo la justicia que proviene de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios.
Romanos 10:2-3
El Apóstol Pablo había vivido una vida religiosa bastante exitosa. Había avanzado entre los Fariseos, ganando prestigio y tomando lugares de importancia.
Pablo creció creyendo que la Ley era todo. Le tocaba leer “la Ley y los Profetas” (el Antiguo Testamento) todo el tiempo. En uno de los escritos Judíos, da la instrucción de empezar a enseñar la Torá (los primeros cinco libros del Antiguo Testamento) desde los seis años. “Llenarlos de la Torá cómo si fueran bueyes” dice el escrito. ¡Llénalos hasta atascarlos de la Biblia!
Se dice que lo común era tener toda la Torá memorizada a los doce años. Si tomas todos los versos de Génesis a Deuteronomio, y los divides por seis años, es igual a memorizar casi tres versos diarios… ¡por seis años!
Menciono esto para regresar a lo que está escribiendo Pablo aquí. Él sabe muy bien la tentación de proclamarse justo en base a sus buenas obras y sus cualidades tan excelentes:
Yo mismo tengo motivos para tal confianza. Si cualquier otro cree tener motivos para confiar en esfuerzos humanos, yo más: circuncidado al octavo día, del pueblo de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa; en cuanto a la interpretación de la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que la ley exige, intachable.
Filipenses 3:4-6
Pablo había hecho todo bien. Tenía un celo por Dios, pero su celo no se basaba en el conocimiento del corazón de Dios. Se basaba en la sabiduría de la cultura, y su justicia se basaba en requisitos humanos, no divinos.
Pero Pablo no quedó así para siempre. Tuvo un encuentro con Dios que cambió todo. Después de haber matado cristianos por predicar a Jesús, Pablo conoció a ese Jesús de una manera alarmante. Pareció delante de Pablo, ¡dejándolo ciego por tres días! Después de eso, Pablo entendió que sus buenas obras no eran nada. Pablo explica su cambio de parecer con los siguientes versos de Filipenses:
Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo
Filipenses 3:7-8
Cuando tenemos ese encuentro con Jesús, nuestros valores cambian. Lo que antes parecía tan importante pierde su brillo. Empezamos a ver que en Jesús tenemos todo lo que necesitamos.
Cuando abrazamos la obra de Dios, nuestras obras ya no se ven tan grandes. Sigue siendo importante nuestra obediencia, pero entendemos que nuestra obediencia jamás llegará al nivel de lo que Dios ya ha hecho para nosotros.
Su obra en la cruz venció todo, incluyendo nuestros intentos de ganar nuestra propia justicia.
Pregunta: ¿Te identificas con los Fariseos? ¿Ves cómo es tan fácil amar la idea de Dios y su redención, y al mismo tiempo hacer todo por tus propias fuerzas?
¡Me encanta leer sus comentarios! ¡y respondo a todos! Escribe abajo para dejarme saber que opinas 🙂
Super Zac !!
Cuando por fin lo entiendes, solo vas y lo buscas y hablas con Él, pero cuando oyes o te preguntan o en medio de cualquier situacion, solo crees en Dios, pero no eres hijo de Dios, (osea aquel que hace la voluntad de Dios)
Se trata de “creer” con nuestras acciones y el corazón, no solo la cabeza! Somos reconocidos por nuestras acciones, pero nacen en el creer!