2 Reyes 12:13-23
—¡He pecado contra el Señor! —reconoció David ante Natán.
—El Señor ha perdonado ya tu pecado, y no morirás —contestó Natán—. 14 Sin embargo, tu hijo sí morirá, pues con tus acciones has ofendido al Señor.
15 Dicho esto, Natán volvió a su casa. Y el Señor hirió al hijo que la esposa de Urías le había dado a David, de modo que el niño cayó gravemente enfermo. 16 David se puso a rogar a Dios por él; ayunaba y pasaba las noches tirado en el suelo. 17 Los ancianos de su corte iban a verlo y le rogaban que se levantara, pero él se resistía, y aun se negaba a comer con ellos.
18 Siete días después, el niño murió. Los oficiales de David tenían miedo de darle la noticia, pues decían: «Si cuando el niño estaba vivo, le hablábamos al rey y no nos hacía caso, ¿qué locura no hará ahora si le decimos que el niño ha muerto?» 19 Pero David, al ver que sus oficiales estaban cuchicheando, se dio cuenta de lo que había pasado y les preguntó:
—¿Ha muerto el niño?
—Sí, ya ha muerto —le respondieron.
20 Entonces David se levantó del suelo y en seguida se bañó y se perfumó; luego se vistió y fue a la casa del Señor para adorar. Después regresó al palacio, pidió que le sirvieran alimentos, y comió.
21 —¿Qué forma de actuar es esta? —le preguntaron sus oficiales—. Cuando el niño estaba vivo, usted ayunaba y lloraba; pero, ahora que se ha muerto, ¡usted se levanta y se pone a comer!
22 David respondió:
—Es verdad que cuando el niño estaba vivo yo ayunaba y lloraba, pues pensaba: “¿Quién sabe? Tal vez el Señor tenga compasión de mí y permita que el niño viva”. 23 Pero, ahora que ha muerto, ¿qué razón tengo para ayunar? ¿Acaso puedo devolverle la vida? Yo iré adonde él está, aunque él ya no volverá a mí.
En la el día 24 de Romanos, hablé acerca del círculo de influencia que menciona Stephen Covey en su libro Los Siete Hábitos de la Gente Altamente Eficaz.
Un enfoque del libro es que hay muchas cosas fuera de nuestro control, y deberíamos enfocar en lo que si está en nuestro control, en nuestro círculo de influencia.
Nuestras acciones siempre están en nuestro círculo de influencia. Yo siempre tengo el control sobre mis acciones. Puede que me enojo mucho, que me lastiman mucho, pero yo decido como responder.
Vemos esa misma perspectiva con el Rey David. Él sabía que la vida de su hijo no estaba en su círculo de influencia. Pero sabía que sus acciones sí.
Entonces hizo todo lo posible. Oró, ayunó, suplicó a Dios. Pero al recibir la respuesta de Dios, David reconoció que sus acciones ya no iban a tener más efecto.
Siete días después, el niño murió. Los oficiales de David tenían miedo de darle la noticia, pues decían: «Si cuando el niño estaba vivo, le hablábamos al rey y no nos hacía caso, ¿qué locura no hará ahora si le decimos que el niño ha muerto?»
2 Reyes 12:18
David sorprendió a todos los demás, porque ellos pensaban que David se iba a poner histérico al perder a su hijo. Pero al contrario, se bañó, comió algo, y se fue a consolar a su esposa.
Cuando reconocemos qué solo tenemos control sobre nuestras acciones, podemos estar más tranquilos con el resultado, sea cual sea.
Obviamente David no quiso perder a su hijo. Sin embargo, él reconoció que al final del día, no estaba en sus manos la vida o la muerte de su hijo.
Un ejemplo muy práctico qué he visto es con las metas.
Muchas personas dicen que van a bajar tantos kilos, y hacen ejercicio y cambian su dieta para bajar esos kilos. El problema es que ellos no controlan a los kilos de su cuerpo. Hay muchas razones de porque uno batalla en bajar de peso. Si no controlamos la pérdida de peso, ¿qué si controlamos?
Nuestras acciones.
No puedo obligar a mi cuerpo perder peso. Pero puedo crear una rutina donde como mejor, duermo mejor, hago ejercicio, y tomo mucha agua. Quizás no bajaré todo lo que quiero en el tiempo que quisiera, pero yo si tengo el control en cuanto a lo que hago.
Mis acciones y rutinas siempre están en mi círculo de influencia.
Esto aplica a nuestro caminar con Dios también. Como David, nos toca orar y creerle a Dios. Pero el resultado no nos corresponde determinar. Nos toca dejar que Dios sea Dios!
Pregunta: ¿Porque crees que nos cuesta tanto aceptar que los resultados están afuera de nuestro control?