Nunca es el Momento Perfecto
¡Como quisiera siempre poder reconocer el momento perfecto! Yo creo que podría ganar mucho dinero al poder saber, y decir a otros, el momento perfecto.
Imagínate: Quieren tener un hijo, pero no saben si es el momento correcto. Yo doy un consejo, cobro tantos miles, y ¡bum! La pareja sabrá cuando es el momento perfecto.
El joven enamorado escucha de sus padres que es demasiado joven para casarse. Viene conmigo, le cobro mi comisión, y ya sabe hasta la hora exacta para casarse.
¡Sería yo un hombre muy rico!
Tristemente, aún si tuviera yo el poder del momento correcto, no serviría… Porque tal cosa no existe.
Hay un dicho, según es un proverbio chino, que dice: “El mejor tiempo para plantar un árbol fue hace veinte años. El segundo mejor tiempo es hoy.“
No se si realmente proviene de la China, pero estoy bastante cierto que es cierto. El Predicador escribió algo semejante:
Quien vigila al viento no siembra;
Eclesiastés 11:4
quien contempla las nubes no cosecha.
Podemos esperar el momento perfecto, cuidando del viento y las nubes, pero nunca llegará. Podemos buscar muchos consejos, pero nunca sabremos con exactitud cuando implementar el plan.
Podemos hasta orar y orar, y terminar usando la oración como pretexto. “Oh Dios, dame una señal más antes de obedecerte… quita todas las dificultades de mi vida, y después te seguiré.“
En Lucas, Jesús extiende una invitación a una serie de personas. Cada una de ellos niega a Jesús, dando diferentes pretextos. Estaban esperando el mejor momento, el momento más fácil; no se dieron cuenta que el mejor momento es ahora, el momento que Jesús te diga “ven, sígueme.”
A otro le dijo:—Sígueme.
Lucas 9:59-60
—Señor —le contestó—, primero déjame ir a enterrar a mi padre.
—Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios —le replicó Jesús.
El primero quiso la bendición de sus padres. Quería el permiso, quería la herencia, quería la seguridad. No entendía que si Jesús te invita, Él quiere será tu seguridad.
Otro afirmó: —Te seguiré, Señor; pero primero déjame despedirme de mi familia.
Lucas 9:61-62
Jesús le respondió:—Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.
Este hombre no quería dejar que Jesús tomara el lugar número uno en su corazón. Quería que Jesús fuera un hobby, algo que hacer en los fines de semana.
Cuando Jesús nos llama, tenemos que estar dispuestos a ofender a otros con nuestro compromiso.
Hemos sido llamados a ser Sal y Luz (ve Mateo 5.) Ser luz es iluminar la oscuridad. No es cómodo para la gente. Sin embargo, es justo eso lo que tenemos que hacer. Fuimos diseñados para iluminar. Cuando encontramos una área sucia, la reacción de los demás podría ser de enojo, de incomodidad.
Pero no podemos esperar a que nadie se ofende, ni que todo se ve y se siente perfecto.
Nunca es el momento perfecto.
Pregunta: ¿Cuál momento perfecto has estado esperando? ¿Crees que ya es momento de entrarle?