Romans 3:9-20

Parte 7 de la serie de Romanos. (Haz clic aquí para ver toda la serie.)


Romanos 3:9b-12
Ya hemos demostrado que tanto los judíos como los gentiles están bajo el pecado. 10 Así está escrito:
«No hay un solo justo, ni siquiera uno;
11     no hay nadie que entienda,
   nadie que busque a Dios.
12 Todos se han descarriado,
    a una se han corrompido.
No hay nadie que haga lo bueno;
    ¡no hay uno solo!»

“No Hay Un Solo Justo”

Hemos sido invadidos por el pecado, tanto judío como gentil. Mira la totalidad de las palabras que usa Pablo.

  • Tanto los judíos cómo los gentiles
  • Ni siquiera uno
  • Nadie
  • Todos

Pablo exclama “¡Todos han pecado!” No es un problema de un cierto grupo de persona, no hay quienes que han logrado vivir conforme a la voluntad de Dios. Nos recuerda que la consecuencia es que “están privados de la gloria de Dios.” (Romanos 3:23)

¡Estas son muy malas noticias! Hemos sido tan corrompidos que hemos dejado de buscar a Dios. Creyendo ser los seres más sabios, tomamos lo eterno y perfecto, y lo reemplazamos con copias baratas. 

Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles.

Romanos 1:22-23

La historia del Éxodo de Egipto existe para resaltar este hecho. 

Los Israelitas vieron las diez plagas (y vieron cómo no fueron afectados ellos.)
Vieron cómo lograron salir de Egipto con mucho oro y regalos de la gente.
Vieron cómo Dios los liberó y los protegió al cruzar el mar rojo.

Y de todos modos crearon un becerro de oro para adorar.

Hay algo necio en nuestro corazón. Algo que anhela usurpar a Dios en nuestros corazones. Lo vemos en Adán y Eva, siguiendo la tentación de la serpiente en vez de obedecer a Dios. Lo vemos en esta profecía de Isaías, que aunque fue escrita para describir a un rey pagano, bien podría haber sido escrito hablando de nosotros:

Decías en tu corazón:
    «Subiré hasta los cielos.
¡Levantaré mi trono
    por encima de las estrellas de Dios!…
Subiré a la cresta de las más altas nubes,
    seré semejante al Altísimo».

Isaías 14:13-14

Pero hay esperanza. 

Pablo escribe estas palabras para resaltar nuestra necesidad total de una Salvación que no depende de nuestras fuerzas. Las buenas noticias (el evangelio) es que si existe tal salvación: ¡Jesús es nuestro Salvador!

Pregunta: En nuestra vida diaria, ¿reconocemos nuestra necesidad de un Salvador?
(Aunque es fácil burlar de los Israelitas, yo creo que los Israelitas entendieron su necesidad. Ellos no tenían nada; tú y yo muchas veces intentamos descansar en nuestras fuerzas y habilidades. Pero los Israelitas, viendo su necesidad, decidieron alabar a un dios de su propia creación, un dios que ellos podían controlar. Es más fácil adorar a un dios cuando lo controlamos; ¡rendir todo a nuestro Dios es más difícil!)


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