Hace unos días escribí acerca de por qué cuidar nuestro tiempo. (Si no lo has leído, recomiendo que lo leas antes de leer esto.)

El tema es demasiado amplio para un sólo día, así que decidí mejor dividirlo en dos días. Este es la parte dos.


Mi Tiempo No Es Mío

He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.

Gálatas 2:20

La vida que vivimos no es nuestra, el tiempo que nos queda tampoco es nuestro.

Tenemos un tiempo muy corto en esta vida. La persona promedia vivirá hasta los 70-tantos años. Pero muchas veces actuamos como que vamos a vivir para siempre.

No nos cuidamos, no aprovechamos el tiempo, no disfrutamos los días que Dios nos ha concedido. Pensamos “mañana será diferente,” ¡cuando ni sabemos si mañana llegará!

Enséñanos a contar bien nuestros días,
    para que nuestro corazón adquiera sabiduría.

Salmos 90:12

¡Si tan sólo supiéramos cuanto tiempo nos queda! Qué tan fácil sería ignorar las cosas de menor importancia si nuestra mente estuviera enfocada en el hecho que no vamos a vivir para siempre.

Me encanta esta frase que se encuentra en el final del libro de Romanos:

quiero que sean sagaces para el bien e inocentes para el mal.

Romanos 16:19b

Entiende esto: Hay un sin fin de razones y motivos de perder el tiempo. Pero hemos sido llamados a ser “sagaces para el bien.” Parte de seguir a Dios es ser sabios y hacer lo correcto en cuanto a nuestro tiempo.

Consejos Prácticos

Estas son cosas prácticas que me han ayudado a mí. No necesariamente todos tienen que hacer lo que yo hago. El chiste es decidir entregar nuestro tiempo a Dios, ¡y hacerlo!

  • Despierta más temprano.
    Esto es bastante obvio. Si sientes que no tienes tiempo suficiente, ¡lo más fácil sería obtener más tiempo! Pero cuidado que si duermes suficiente. Al parecer si necesitamos arriba de siete horas cada día, así que no se trata de solo despertar más temprano, sino también dormir más temprano.
  • Haz ejercicio.
    ¿De qué sirve tener tu tiempo bien organizado, pero tu cuerpo sufre? Necesitamos hacer este cuerpo trabajar, ¡fuimos diseñados para sudar! Y aunque suena raro, después de unos días de hacer ejercicio, te darás cuenta que tienes más energía.
  • Guarda tu celular.
    Algo que me ayuda mucho es “esconder” mi celular en la noche y las mañanas. Lo dejo cargando, de preferencia afuera de mi cuarto (pero suficientemente cerca para escuchar su alarma,) y ya no toco el celular hasta la mañana. Y después de apagar mi alarma, intento no usarlo hasta concluir con mi rutina matutina. (Allí si batallo… ¡la tentación de agarrar el celular siempre es tan fuerte!)
  • Crea tu propia rutina.
    Ahorita es toda la moda las entrevistas con la gente exitosa, y una pregunta siempre es “¿y qué haces tú en la mañana?”
    Esa pregunta es valiosa, pero es más valioso aún crear nuestra propia rutina. Quizás necesitas café primero. ¡Tómalo! Quizás te gusta leer la Biblia en el baño. ¡Adelante! La idea es encontrar lo que te funciona, y seguir en esa rutina.

Hay un sin fin de ideas y consejos acerca de cómo ser mayordomos responsables de nuestro tiempo, espero que “mi versión” de estos consejos básicos te ayudaron.

Y recuerda:

Ta sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios.

1 Corintios 1:30

Pregunta: ¿Tienes alguna rutina en la mañana que te ha servido?


¡Me encanta leer (y responder a) sus comentarios!
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