Siempre tenemos dos opciones.

Siempre podemos seguir adelante, o podemos salir.

Yo jamás he corrido en un maratón. Lo más lejos que he corrido es once kilómetros, y lo más lejos que he corrido en una carrera es cinco kilómetros.

En una carrera, sea de cinco o cincuenta y cinco kilómetros, tienes dos opciones: Seguir o Salir. No hay nada más que hacer.

Quejar de lo cansado que es (o lo difícil que es) no cambia tus opciones. Puedes seguir, o puedes salir.

En una carrera literal, espero que todos nosotros decidimos seguir adelante. Espero que todos podríamos enfrentar lo difícil y perseverar.

Pero a veces es mejor salir.

No todo es una carrera que se tiene que terminar. ¡A veces lo mejor es salir!

Un día hace varios años fui a ver una película yo sólo. Estaba aburrido, y quería hacer algo. Decidí ir al cine.

No me gustó para nada la película. Decidí mejor salir del cine que seguir esperando que se mejorara. Yo jamás había salido del cine antes, pero esta película ameritaba salir de ella.

Quizás es un ejemplo muy sencillo, pero ilustra una verdad importante: siempre podemos salir.

A veces va a doler y costar mucho. Tengo muchos amigos que han salido de la universidad, algunos faltando muy poco para terminar. Pero no salieron porque ya no aguantaban, sino porque Dios les había pedido hacer otra cosa.

Ninguna decisión es final. Si no te gusta la película, ¡puedes salir de ella!

No es mi intención con esto hacer que todos paran todo lo que están haciendo. Ni tampoco quiero que seamos tercos en una área donde Dios ya quiere que salgamos.

Lo que quiero hacer es simple: recordarnos que tenemos opciones. 

Puedes seguir adelante, o puedes salir. Tú decides.

Pregunta: ¿Puedes pensar en una vez que seguiste adelante y fue la decisión equivocada? (¡Yo pondré una historia mía en los comentarios abajo!)

3 Comments

  1. Yo estaba enamorada de la chica equivocada.

    La conocí en línea, y empecé a enamorarme de ella. Hubo varios momentos cuando yo pude haber parado la relación, y recibí varios consejos diciéndome hacer exactamente eso, pero yo seguí de terco. Yo no quería perder todo lo que teníamos, así que ignoré los consejos y el Espíritu Santo, e ignoraba el hecho de que mis acciones no estaban agradando a Dios.

    Al final me di cuenta que tuve que salir, ya no pude seguir adelante con ella. Los dos terminamos saliendo muy lastimados, pero Dios es muy bueno, y tenía otros planes y otras personas para nosotros!

  2. Una vez no continué con un proyecto que sabía que no iba por buen rumbo, el
    Cliente tenía mala reputación entre algunos colegas que habían trabajado para él, pero en esa ocasión me dejé llevar por un orgullo mal entendido, “a mi no me va a quedar grande éste trabajo”. Y justo meses después me vi inmersa en un ciclo sin fin de solicitudes de cambios repentinos, contradicciones e incluso acusaciones falsas acerca de mi trabajo.

    Reconozco que el Espíritu Santo me hizo sentir que era un trabajo que debía rechazar y yo no hice caso por dejarme guiar por el dinero que iba a recibir y un proyecto más para mi currículum, Al final solo me desgasté anímicamente, invertí mucho tiempo y perdí dinero pagado en nóminas de la gente que participó.

    1. Auch! Pero que bueno que pudiste aprender de esa experiencia. Ya estarás más dispuesta de oir lo que Dios te está guiando a hacer para la próxima vez! 🙂

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